Autor: Delfín Acevedo Restrepo
Publicado el 18 de Julio de 2011
Periódico El Mundo
Abejorral,
como bien lo anota Heriberto Zapata Cuéncar, en su “Monografía de Antioquia”,
es uno de los municipios que ha dado a la República una de las más caudalosas
nóminas de hombres y mujeres ilustres.
Abejorral, como bien lo anota Heriberto Zapata Cuéncar, en su
“Monografía de Antioquia”, es uno de los municipios que ha dado a la República
una de las más caudalosas nóminas de hombres y mujeres ilustres. En las
ciencias, en las artes, en las letras, en la jurisprudencia, en la historia,
etc.
Gabriel Arango Mejía, Esteban Jaramillo, Manuel Canuto Restrepo,
Dionisio Arango Ferrer, Rufino Duque Naranjo, Miguel María Calle,
Jaime Arango Velázquez, Clodomiro Ramírez, Marco Aurelio Arango, Luís Mejia
Alvarez, Blanca Isaza de Jaramillo, para citar sólo unos pocos nombres.
Allí nació también nuestro referenciado de hoy, Hernando Londoño
Jiménez, quien acaba de entregar su hermoso y bien documentado libro, Memorias
de un Penalista, que se suma a los 22 textos publicados hasta hoy sobre temas
jurídicos y literarios y acogidos con beneplácito y admiración en todo el país.
Abogado de la UPB, desde su época de estudiante ha estado vinculado a la
actividad forense, comenzando por los cargos más modestos como oficial
escribiente. Fue luego juez, fiscal, presidente del Colegio de Abogados de
Medellín, miembro
de la comisión redactora del Código Penal de 1980, diputado a la Asamblea de
Antioquia y alcalde de Itaguí, donde se encontraba cuando se produjo la caída
del dictador Gustavo Rojas Pinilla.
Tronco bien sasonado de esa estirpe de arrieros y fundadores que desde
Abejorral iniciaron la epopeya colonizadora de los departamentos del viejo
Caldas, del Huila y del norte del Tolima. Con Dios a la madrugada y como en
Horizontes, la acuarela de Antonio J. Cano, que recoge, y así lo expresa el
profesor Luis López de Mesa, la migración colonizadora del pueblo
antioqueño.
Por las venas del abogado Londoño Jiménez circula la sangre de ese grupo
robusto de recios montañeses de ruana y carriel, machete al cinto, el perro
guardián, compañero inseparable y el hacha amarrada en las enjalmas de las
mulas de carga, para conformar un entorno
racial que es hoy motivo de admiración para propios y extraños.
Desde un principio se sintió atraído por la actividad política, hizo
parte de los comandos de juventudes; participaba diligentemente en los
distintos movimientos estudiantiles, mostrando siempre su condición de líder y
con una envidiable vocación periodística, sostuvo durante mucho tiempo sus
columnas semanales en los matutinos conservadores, El Colombiano y La
República.
Cuando había consolidado ya su prestigio como abogado, después de un
largo período de ejercicio profesional, decide viajar a Roma a adelantar sus
estudios de especialización. Con sus ahorros de toda la vida y un préstamo
otorgado por el Icetex emprende su periplo a la ciudad
de las siete colinas a adelantar su posgrado en Derecho Penal y Criminología.
Su especialización la termina en un tiempo menor al que tenía programado y en
la patria de Francesco Carrara y Enrico Ferri, máximos pontífices del derecho
penal en Italia, tuvo el privilegio de ser alumno del maestro Benigno Di Tulio,
la más grande gloria de la psiquiatría forense.
De regreso al país se reintegra a su oficina de abogado, conquistando
cada día nuevos y resonantes triunfos, pues a sus conocimientos jurídicos
agregaba los atributos de un vibrante orador.
Finalmente, es elegido como miembro de la Asamblea Nacional
Constituyente convocada por el Presidente César Gaviria para aprobar la reforma
constitucional de 1991, que actualmente nos rige.
Todo este recorrido vital es el que se recoge en el libro Memorias de un
Penalista que el lector muy emocionado va a tener en sus manos.
Me gustaria conocerlo, siempre me ha intersado sus escritos.
ResponderEliminarSera posbile ?